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Alejandra Mendez - El ramaje inaugural




Era de Francia
el ramaje inaugural del padre.

Ese adentro quebrar
de voces como
quien traga la tierra.

Las manos fascinadas por el arte
se mecían al sol,
irrisorias.

Hutspot en la mesa servida
Del domingo.

Mudanza de los ríos
en los ojos
que ya no ven.

rara procesión de tormentos
de la guerra.

“Para que vivir en blanco,
cuando la vida es roja” – decías –
olvidando el desparpajo
 de la muerte.

Vuela la triada
de san Juan de Luz
 inundada de verdor (hayas, brezos, robles,
tejos, castaños, abedules)

Yo encarno los secretos
toscos y huesudos
de los rasgos.

Y aún los veo reunirse
adecuos al temor o a la virtud.

En el patio trasero
del recuerdo – sustraídos –
hablando de sus hijos.





Algesia

Juego
y devastación
de campo enemigo.

Púrpura lágrima
o polvo de almáciga.

(Un viejo rosal).

Mi tropa
que embiste algarrobo
y cae

Como el gigante
que tumbarán mañana.

Con paciencia de alondra
rozas carnoso acíbar
de aloe
por mi carne.

Cárcel gallinero
o lentisco alpiste
para los presos.

Nosotros bebemos té
del alpamato.

Mi soldado más valiente
solloza. Observa el altivar
sobre el ras de la tierra.

Esqueleto sacro (del Eucalyptus)
que cabalgamos
o convertimos en amantes.

Soñamos sobre su cadáver.

Ahora comprendo
el principio de algesia
que bulle en la tarde.



  
Acracia

Punzan las palabras.
(“Mar/pesan”) los troyanos.

Sólo hasta recorrer caminos
y crepúsculos/ culpamos al destino.

Todo es un secreto desvelado.

Repetir/ manzanas y naufragios.

Acracia del otoño/ el mejor sueño
del hombre.




De la manera en que me salvo:

No uso reloj en la muñeca
(es triste el mundo de los ajustados)

No uso gafas oscuras de sol
(es triste el mundo de los escondidos)

No uso paraguas de la lluvia
(es triste el mundo de los protegidos)

Me salvo así (o eso creo)

de pensar el control de los objetos,
de pensar la distancia de los otros,
de pensar que la lluvia es una maldición.





Lenguaje

No es esto
lo que voy a decir.

Sólo cerillas
tras lo oculto.

Así como el amor
o la poesía.

Apenas escarbas

y aparece. 


Alejandra Méndez (San Cristóbal, prov. de Santa Fe, 1979). Reside en Rosario. Poeta, Guionista, Gestora Cultural. Tarde Abedul (editorial La pulga renga, 2014) es su primer libro publicado. Más info en www.poetasdeltercermundo.blogspot.com



Ilustración: Gabriel Sztark




Lo apenas perceptible, se revela y canta - Diego Roel

Los poemas de Tarde Abedul nos abren algo cerrado desde siempre. Nos hacen ingresar en una zona donde lo no dicho, lo sugerido, lo apenas perceptible, se revela y canta. La poeta se reclina sobre el aroma de los árboles y nos muestra un pasaje, una brecha, una pasarela nocturna que señala el largo camino al otro lado. Sí, Alejandra Méndez ausculta una llaga. La llaga siempre viva del lenguaje. Palpa la irrecuperable belleza, nos habla desde el secreto cáliz humano, desliza palabras plenas de lo siempre indescifrable, de lo siempre ajeno.
Sorprende en este libro la extraordinaria cohesión de imágenes y conceptos, su música sutil, su rigor estructural. La poeta sólo dice lo esencial, se expresa con reticencia, avanza a pesar y través del frío. Porque ella sabe que en este mundo todo es blanco, nieve, olvido. Sabe que las bestias de piedra ocultan el resorte del destino.
En Tarde Abedul importa más lo que no se dice, lo presentido en el silencio, ese poema que late debajo del poema: la luz del árbol que irrumpe en lo lejano y transparente.

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