Cómo haremos para defender
la línea de la ribera, las murallas
a nuestro rey y las puertas
de la ciudad, si ellos
son cientos de miles de millones
armados como dioses, con el odio
y la tempestad? Cómo…si nosotros
tan sólo somos
una veintena de campesinos
amarrados a esta tierra
como árboles o estacas? Cómo…
Entonces Raúl, el más joven y más hermoso
se adelantó entre la multitud
y me contestó con franqueza:
-Acaso vos, Casimiro, no amás
a tu esposo? Acaso creés que Silvio
no daría su vida por mí, o que yo,
como una flor no entregaría
mi savia y mi pecho a las lanzas que a él
le arrojasen?
Resistimos 120 días y
120 noches
Yo vi morir al último de los míos, Esteban,
mi amado Esteban. También di muerte
al último de los de ellos
con mi dardo frenético
audaz
irascible.
Luego
movido por la fuerza del amor
incendié la ciudad.
hay momentos en los que espero
que nada pase
mientras pienso en vos
el pensamiento se acuesta
como un elefante muerto
tengo miedo de no encontrarme
entre tus cosas
las avenidas me clausuraron la espera.
más allá
sólo las cosas que causan dolor
se abrieron paso a lo desconocido.
tengo miedo de no encontrarme entre las tuyas
y que el tiempo se aleje de mí
paso a paso
como un animal herido
Hombre necesario
Cuando pienso en escribir
cuando pienso en escribirte
a mi mismo y te tengo
aca
te escribo yo que te miro
a través de vos leyendo una novela
de oscar Wilde
cuando pienso en escribirte
y te miro las calles no me importan
y no me importan las revistas
las buenas películas francesas
y las malas
a veces me llevas como pintada
y a veces yo te llevo pintada a vos
tampoco me importa
la pobreza
la gente que sufre
yo ya sufrí demasiado para llegar hasta aquí
me convertí mildieciséis veces en lo que decías sobre mí
y qué si anduviéramos por ahí mostrándonos las hileras sueltas del sueño
las bombachas sucias
y las limpias tb?
cuando pienso en escribir
transpiro y andan como agujas locas
mis ideas que te buscan a vos
“Y en sus ojos
no ves nada”
(The Beatles)
canciones que ya escuchó
en otra vida
este cuerpo que es mío
no sabe bailar
pero es como un puente
entre dos abismos:
aquello que es por indefinición causal
y yo mismo que soy irremediablemente quien me acompaña
aquí no hay hombres que practiquen rituales escabrosos
cada tanto siento una libélula informe
una ninfa acuática que golpea las puertas del río
disfrazada de diosapop
y entonces me pregunto
cuánto vale salirse de este pozo de mierda
y me enjabono las piernas afeitadas de mi infancia
la tierra endurece por dentro
un hombre de barro se cuela por mis dedos
y me diseca
mi cuerpo ya no baila canciones
que escuchó en otra vida
busca en cambio sólo un pedazo de tierra
donde enterrar el cuerpo que se parece al cuerpo mío
y que ya no le pertenece
Judas
No estoy bien / un muchacho
se me ha ido de la casa
y no estoy bien con la música
electrónica / Lady Gaga
yo también tengo un bad romance
Él / era un príncipe
en el desierto / un nimbado de arena
y de carne recién cortada
Lady / ya no hay príncipes azules
no quiero describírtelo acá / él
tenía el encanto
que tiene
la
frivolidad
Lady/ me siento un traidor
de clase
con estas monedas / Lady
voy a comprar madera y un cincel
para tallarlo / Lady
en mi corazón
antes de cruzar
la puerta cancel
que lo llevaría fatalmente
hacia el paredón
Severino miró el cuartucho
en el que había estado encerrado
casi nueve horas seguidas
lo miró
sin nostalgia
como el que se asegura
(antes de bajarse del bondi)
que no ha perdido su celular
allí
en el asiento que pronto
ocupará alguien más
Amor griego
Él se escuda tras los auriculares grises
como un hoplita.
Mi corazón ceñido, mi pelo engominado
reclaman su lanza certera.
Quiero abrazarlo a la orilla del mar
que mi cuerpo sangre en su espalda
cayendo, él también, en la arena.
Una melodía estridente lo hace bailar en sueños
mientras yo acaricio su pelo
su pelo lavado en el mar, mis manos
apretando las orejas de éste, mi pedagogo.
A veces, suelo decirle:
‘Toma este pan de amor
antes que la noche
descubra su verdad'
EZEQUIEL NACUSSE, nació en Tucumán en 1990. Fue antologado en Reñidero. Antología de poesía tucumana contemporánea (2012) y en 30.30 Poesía argentina del SXXI (2013). A fines de 2013 publicó Primera Persona. Es editor en el colectivo cultural Culiquitaca.
Ilustración: Fede Porfiri
"Cuántos personajes se llaman Ernesto?" - 2014 - oleo sobre tela 200 x 150 cm
"Cuántos personajes se llaman Ernesto?" - 2014 - oleo sobre tela 200 x 150 cm
El diálogo, la forma más sencilla del amor - Franco Boczkowski
De
entre las motivaciones que dan origen al impulso poético, un lugar privilegiado
lo ocupa la rabia, la ira violenta que justifica (la mayoría de las veces
artificialmente) la acción de guerra. Cólera
es la primera palabra de la poesía occidental, la cólera específica de un
hombre, Aquiles, que es la de todo un pueblo en la batalla, y la simple mención
de esa palabra precede incluso al canto mismo. La poesía de Ezequiel Nacusse encuentra
en esta motivación un fundamento válido y poderoso para expresar, con ternura y
lucidez, las diversas aristas del problema que encierra una primera persona siempre puesta en
relación con otras.
¿Con
qué armas ir a la guerra para que sea eficaz nuestro combate? Una inquietud de
este tipo parece movilizar la creación poética de Nacusse. Pero hay que saber a
qué tipo de guerra nos lanzamos y a quiénes tendremos como enemigos. “Cómo haremos para defender / la línea de la
ribera, las murallas / a nuestro rey y las puertas / de la ciudad, si ellos /
son cientos de miles de millones / armados como dioses, con el odio / y la
tempestad?”, dice en su poema “Guerra”, y asume las condiciones de la
batalla. Si el enemigo invade como un dios empuñando el odio, no habrá mejor
defensa que el uso despiadado del amor. Desdeñando los bombardeos y los medios
impersonales de la lucha, la primera persona prefiere “el dardo frenético”, la refriega cuerpo a cuerpo, el arma personal
del amor, para hacerse cargo de lo que hay que destruir: “Luego / movido por la fuerza del amor / incendié la ciudad”.
El
poema atestigua el poder destructivo del amor, pero a la vez da cuenta de la
firmeza de su victoria. Amor y guerra están en el germen de la poesía. En
efecto, en tanto ambos constituyen formas de relaciones entre las personas, el
amor puede ser entendido en términos de guerra (aunque nunca la guerra en
términos de amor), y así es asumido y encarado valientemente en la poesía de
Nacusse.
Es
el amor no sólo una presencia constante en estos versos, sino sobre todo el
objetivo al cual apuntan. Cada poema es una manera de comprender al amor, de
interrogarlo desde una determinada perspectiva. De allí que más que una
respuesta, siempre haya una pregunta que los guíe, una desnudez de comprensión,
que busca, con sorprendente aplomo y madurez, alguna manera, siempre parcial y
nunca definitiva, de posible entendimiento.
Y
el amor puede asumir diversas formas: puede ser cuerpo, puede ser pasión, un
recuerdo que despiertan la música y el baile, puede ser la nostalgia, la
espera, o la rebeldía de un anarquista en su reclusión previa al pretendido
final. Y sobre todo puede ser el tiempo, la más preciada materia de lo que se
tiene y de lo que no se tiene, de lo que se desea y lo que se repudia. El
tiempo son los momentos con que sostiene el presente (“hay momentos”), pero también es la evidencia desesperante de todo
lo que se puede perder: “tengo miedo de
no encontrarme / entre tus cosas / (…) y
que el tiempo se aleje de mí / paso a
paso / como un animal herido”.
La
mayor fortaleza de la poesía de Nacusse está en no reducirse a una primera persona, sino en hacerla surgir
a partir de la necesaria evocación de las otras: “Cuando pienso en escribir / cuando pienso en escribirte / a mí mismo y
te tengo / acá / te escribo yo que te miro”. Así, la poesía se expresa
siempre como un diálogo, que es la manera más sencilla del amor. La primera
persona, el yo, se encuentra en
tensión entre una segunda, vos, y una
tercera, ella, en lo que constituye
un acierto estructural del poemario, que cierra elocuentemente con un vosotros, que son ellos, los que quedan afuera del amor, y sin embargo hablan de él.
Porque hablan de la poesía.
Como
diálogo, el amor asume su forma definitiva. No se encierra en la evidencia
cómoda y banal de una primera persona, sino que la arriesga en el juego de las
otras. Y en ello encuentra su única victoria posible, la más gloriosa de sus
conquistas. El amor toma la forma de la poesía, y (esta vez sí) toda la poesía,
la forma del amor.
Franco Boczkowski
Magníficos poemas he leído. Felicidades por el premio en el certamen
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