x Patricio
En qué año nació, qué publicó, un lugar, una editorial, un año. Esas coordenadas son una costumbre que viene funcionando hace tiempo. Seguramente todavía sean necesarias. Pero son tan válida como cualquier otro tipo de coordenadas.
Creo que la primera vez
que lo vi fue en el taller de Osvaldo Bossi. Me acuerdo que noté su presencia.
Quiero decir, me llamó la atención, desde ese primer momento. En especial, su capacidad de
escucha. ¿Vieron esa gente que se toma un segundo, dos, más, para
responder, para no caer en la tentación de decir cualquier cosa, con tal de
contestar rápido? ¿Que, cuando otro lee un poema, está tratando de que la poesía
lo atrapé, dejarse llevar? Con el tiempo, me fui convenciendo: Maver tiene ese don.
Para ese entonces, Tom ya había publicado a fines de 2009 su
primer libro, Yo, la incesante nieve, y empezaba con sus traducciones en
www.hastadondellegalavoz.blogspot.com. Ahí tenemos una llave: El título
del blog, que es una pregunta, una incertidumbre que también es deseo. Y el de
su libro, que supone un movimiento continuo, y a la vez, la fragmentación, el
rearmarse perpetuo de la propia identidad. A lo mejor, por eso mismo, la figura
que mejor lo define, para mí, es la de una catarata, con su energía estallando desde lo alto, y también, después, esa placidez de lago, ese
remanso, con tanto de reflexión introspectiva.
Una noche, en Córdoba o
en Rosario, habíamos ido a una lectura, y después nos fuimos para otro lado.
Emergió el querido Rock Maver, un personaje que cada tanto se desata,
que aparece con la fuerza y la belleza de una catarata, o de un meteoro, iluminando
a su paso la noche. Al otro día, otra vez un lago, y hablamos de
poesía, o de la amistad, o de cualquier cosa.
Desde principios de
2012, Tom participa de un proyecto colectivo: Estadía en los puentes junto a Nadina Marquisio y Laura Martínez
Duque. Es una propuesta audivisual: unos videos, pequeños films
que trabajan a partir de un poema y su autor, y lo transforman en una gema
extraña y cautivante.
Hace bastante, incluso
sin saberlo, estábamos buscando juntarnos, armar algo así como este blog.
x Tom
Cuando se nos ocurrió
que cada uno escribiera la biografía del otro, desde el otro, me pareció una
buena idea, que tenía que ver con el proyecto, con otra mirada cruzada, interpretativa
a su manera, que iluminaría algo caprichoso y demás. Pero ahora mismo que estoy
escribiéndola, me doy cuenta de que no tengo idea de cuándo lo conocí a Pato ni
cuándo nos hicimos amigos. Sé, por ejemplo, que nació en el 85, como yo, sólo
que unos meses antes. Que hizo falta que pasaran primero como 24 años antes de
que nos conociéramos. Y que, después de haberlo visto en la casa de Walter
Cassara cuando fue Osías Stutman de visita a presentar su libro, o bien después de haberlo
cruzado en alguna lectura, un buen día compartimos uno de los talleres que daba
Osvaldo Bossi los sábados en la mítica Ratonera. Es decir que nos conocimos
como la gente empieza a conocerse en los talleres: escuchándose. Escuchaba sus
opiniones y lo oía leer sus poemas. Pero para la presentación de su primer
libro, Temperley, en abril de 2011,
yo todavía lo miraba un poco de reojo.
Y ahora me doy cuenta de por qué no recuerdo exactamente
cuándo lo conocí: porque siempre, gracias al esfuerzo que hacen talleristas,
los que organizan ciclos, presentaciones, lecturas, clases, siempre, cada vez
que lo veía, había mucha otra gente. Haber ido a las reuniones de poesía de
Osvaldo y Walter fomentaron no sólo que Pato y yo nos conociéramos, sino que
muchos otros generaran amistades, vínculos, noviazgos incluso. Sin ir más
lejos, si mal no recuerdo, en uno de esos talleres se formó el ciclo de
lecturas Papeles Blancos, donde
estaban Patrico, Jorge D’Alessandro, Andrés Lewin y otros. Y un tiempo después
Pato se desprendió de ese ciclo para hacer uno propio: Bueno Zaire. Yo sé, dentro de mi corazón, digamos, que Patricio es un
tipo muy generoso, pero a lo mejor una anécdota lo pinte mejor. En una de las
fechas de su ciclo, Pato
le organizó una presentación sorpresa a Jorge I. Núñez. Convocó a dos
presentadores, llamó a gente, no me acuerdo cómo hizo para conseguir el número
de la mujer de Jorge y contarle el plan para que llevara a la familia. Y así, en un
clima de fiesta y amistad (ya éramos muchos los que nos conocíamos) celebramos
ese libro que es La administración del
fuego.
Pero entre todo el barullo, también recuerdo ese momento de
silencio en que me encontré leyendo su libro. Sentí la contracara de su
energía, “la espiral de una resistencia” más silenciosa pero no por eso menos
elocuente o crispada. Poemas que son como satélites: siempre ahí para
recordarnos la inmensa distancia que nos cubre, la soledad dentro de la que
somos capaces de vivir y el deleite en metaforizarla una y otra vez, como si
ese fuera un modo de desplazarla o de jugar con ella, de faltarle el respeto.
Yo no sé si “La vida está hecha así, a base de pequeñas
soledades” como dice el epígrafe de Roland Barthes que eligió para su libro,
pero puedo decir que si son muchas, si son pequeñas y entran a montones en
proyectos diversos, entonces, está bien. No es sólo una sensación mía: parece que los tiempos que corren no están repletos de cinismo, al otro no
se lo ve exclusivamente como a un enemigo. Más bien al contrario.
Yo espero que la generosidad de Patricio sea una de las
características de este proyecto, que todo esto tenga que ver con eso que a él tiene
a montones: pequeñas generosidades.
Felicitaciones por la propuesta. Ojala se multipliquen las generosidades.
ResponderEliminarMaría Paula Alzugaray
Gracias MPA, por tu generosidad, un abrazo!
EliminarHola Muchachos
ResponderEliminarViva la poesía!
salud
He traducido un poema de Tom Maver : https://caracasseries.blogspot.com/2019/10/tom-maver-tommaver-est-ne-buenos-aires.html
ResponderEliminarMe gustaría publicar algo con vosotros, ¿puedo?
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