refugio
tensión en las rectas
del pizarrón la maestra
dibuja líneas
que se cruzan
garabato
en pelea geométrica
busco, anhelo un orden
una lógica
una imagen
en ese negro mar
de líneas
que lentas se mueven
dan forma al paso
de mi tiempo
mi tiempo helado
quiero calor
quiero un hogar
un refugio imaginario
soy pluma y floto
en este aula
murmuran por lo bajo
no entienden
mi atención en trance
al movimiento de la mano
la tiza
que se funde en la madera
¿podrá darle
forma a mi vacío?
de los trazos
nacen cuadrados
estrellas
un imponente robot
y quedo extasiado
ante un simple triángulo
impecable
con sus lados equidistantes
unidos por el hilo de plata
en un vértice
armonía de tres puntos
se completa
sin dejar nada afuera
ante mis ojos
lo inalcanzable
puedo habitar este triángulo
llenarlo de mí
aferrado a esta ilusión
tal vez sea menos difícil
volver a casa.
º
papá en la lluvia
está loco
simplificaba ella
ver a papá
caminar por el patio
siempre era extraño
pero bajo la lluvia
tocado por cada gota
todo se teñía
de un color imposible
su ir y venir
constante monotonía
deseaba que no fuera él
que ese hombre
cayera dormido
como un frágil pececito
al fondo de un océano muy azul
ayudado por algas
en su infinito descenso
ningún encantamiento
podía hacer
que mi padre fuese otro
sino ese caminante mojado
que yo quería
y no podía dejar
de ver
siguió
el sinsentido de su marcha
y al volverse
mi mirada
por un instante
habló dentro mío
hijo, no estoy loco
me rije una lógica
azulada
mi marcha constante me aleja
del interior
de esta casa.
º
sagrada familia
fui
a la habitación vedada
rosario en mano
una reverencia
ante ese cuadro
de la sagrada familia
rezando
diez mil avemarías
un padrenuestro
cruz enorme que vigila
un murmullo de oración
como pluma caigo
lento en el lugar vacío
en la cama a la derecha
de dios madre
entre sus dedos repta el rosario
las cuentas
vidriosas como sus ojos
reflejando a la virgen de yeso
en la cómoda
su vestido
estático y triangular
tembló ante la voz impasible: vamos
a rezar
a pedir que tu padre
nos deje tranquilos
una película vieja
en blanco y negro
papá en el patio
bajo la lluvia
cargando algún misterio doloroso
en su vía crucis
y mis manos juntas
apuntando hacia arriba
en pantomima perfecta
siguiendo el juego
entendí que ese deseo
entonado por la voz
ya no era mío
salté de la cama
osé romper la letanía
dueña del aire
mamá en trance
inquebrantable, pedí al irme
que dios
que dios la libre
de todo mal.
º
revelación
espié
por el ojo de la cerradura
y caí en mi oscuridad
volví a espiar, mi madre
se apareció como un fantasma
sentada sobre un dragón
susurraba
con extrema dulzura
la maldición bíblica
que azota a los que ven
a sus padres desnudos
pero yo insistí
tras la ceguera
de la primera luz
ahí estaba papá
bañándose plácido
bajo una lluvia de ojos
espécimen
exótico en cajita de cristal
como el que entiende
la verdad
de un fruto prohibido
me vi
igual a él
incrédulo, escapé
me siguió el ruido
de los diez mil espejos
rompiéndose a la distancia.
º
noche
acá no hay cuento
ni nadie que lo lea
y con el sol se fue
el coraje del día
no se diga
que este valiente tiembla
encierro
en mi crisálida de sábanas
escudo y armadura
para enfrentar las sombras
humo
que se acerca, toca mis pies
¿qué planean
los peluches monstruosos?
conspiración
con lo escondido en los rincones
papá?
llamo al caminante
que no descansa
y surca
los senderos de la casa dormida
papá?
una pleglaria silenciosa
que la luna
traiga al loco
para calmar la noche
papá?
de la nada aparece
enciende la luz
un nuevo sol
las sombras se disuelven
y vuelve mi valentía
a entonar el mantra secreto
papá
papá mirame
cuando me veas
dormido
apagá la luz
y cerrá la puerta
sus ojos
de fiera solitaria
para mí desconocidos
asienten
buenas noches
se van me llevan
en un suspiro
al nuevo día.
Jorge D'Alessandro:
nació en San Martín, Bs.As. en 1977.
Realizó talleres de poesía con Fernando Molle, Osvaldo Bossi
y más recientemente con Paula Jiménez España. Textos suyos aparecen en la
antología "Mirad al Cielo! Los renos caen ardiendo!" seleccionada por
Irene Gruss y Guillermo Piro de la editorial Clase Turista. Formó parte del
grupo de poesía "Papeles Blancos" y actualmente se encuentra
trabajando en su primer libro "Hijo del Aire".
Cerca y lejos de casa, por Pablo Natale
Las primeras
novelas de John Banville que leí tenían como personaje principal a un narrador obsesionado
con encontrar orden en el caos, una justificación matemática y geométrica de la
que dependiera todo. Los narradores de Banville vagaban por el mundo transtornados
(como si los objetos y las personas y los actos golpearan contra ellos y los
desestabilizaran) y tenían una percepción fascinada, melancólica, altiva y
aletargada del mundo.
En una de esas
novelas hay una escena magnífica en la que el narrador (que está estudiando la
vida de Newton) es invitado a una cena, y hay un niño dando vueltas por ahí
mientras todos comen y toman, y alguien se levanta a tocar el piano y otro
pelea con su esposa en el medio de la cena, y en un momento el narrador mira al
niño y dice todo lo que se puede decir y más: “el camioncito se derrumbó beodamente”.
Los poemas de Jorge
D`Alessandro parecen haber bebido de los narradores de Banville: comparten su
mirada, su distancia, y su ensoñación. D´Alessandro nos entrega una sucesión de
poemas protagonizados por un niño, un ser menor que parece embrujado por el
ritmo con el que habla (de a versos, como si estuviera hipando) y por la
atmósfera de fábula que lo guía y lo posee: el padre bajo la lluvia, de pronto
transformado en pez; la madre que, al ser espiada, se transforma en un fantasma
sobre un dragón; una pelea entre los padres contemplada como un remolino, un
desastre natural: ”Acá no hay cuento / ni nadie que lo lea / y con el sol se
fue / el coraje del día”, dice ese niño. “Me encierro / en mi crisálida de
sábanas”, leemos inmediatamente después. “Me hice pluma / caí / lento en el
lugar vacío / a la derecha de la cama / el rosario / reptaba entre sus dedos”.
Son poemas de
familia en los que el enfrentamiento entre el niño y el mundo (entre el orden y
el caos, entre los desastres naturales y la resignación de todos los días)
tiene lugar en el lenguaje, el último hogar de las cosas, y donde el miedo y la
alegría, la tranquilidad y la desesperación, parecen estar unidos bajo una
misma palabra. Al final, las voces de los mayores empiezan a ocupar su espacio
y sus voces se multiplican y ocupan el poema. El niño va creciendo o
despertando: se cae de la cama, como en el Little Nemo de Winsor McCay, pierde
el hilo del que estaba colgado, regresa a casa. Aunque no está claro si se
puede regresar o no.
“Mi marcha
constante me aleja / del interior de esta casa”, dice entonces una voz.
Pablo Natale, Ruta interestatal Córdoba-Rosario, 1982.
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