BOX
A
veces me gusta quedarme a la noche en el living vacío
viendo
la pelea con mi papá.
Preguntarle
cosas técnicas.
(Cuánto
dura un round y cosas así).
Una
vez sorteaban un guante autografiado de Oscar de la Hoya.
Había
que inscribirse por Internet en la página de Fox Sports.
Después
me estuvieron llegando por mucho tiempo
mails
con noticias de boxeo.
Y mi
papá no ganó el guante.
EL
MISTERIO DE LA RECETA
Yo desde que era chiquita
siempre escuché las
charlas
sobre el misterio de la
receta de la Cocacola.
Si vos tenés tapado el
caño
tirás Cocacola y listo.
El poder de su fórmula
es tan fuerte
que perfora todo lo que
toca.
La carne remojada en
Cocacola. Testimonio de una chica:
“Es un experimento que
los yanquis hicieron
y al otro día amanece
podrida toda la carne”.
Hace unos días descubrí
un dato importante.
El nombre del ingrediente
secreto de la Cocacola.
Pero no lo voy a decir.
Algo terrible terrible
nos podría pasar.
Y nadie quiero eso.
¿O sí?
RE POWER HOY
Sí,
soy linda, borracho del orto.
Dejá
de mirarme porque te voy a matar.
Y
ahora en un bar
me
como un lomito y me tomo una birra
yo sola
en medio de todos
estos tipos con pinta de duros rockanroleros.
La pinta nomás.
Deben estar
pensando en la mujer y en los hijos.
Yo hoy me siento
re densa y lo quiero aprovechar.
Que ni me miren
porque les parto la botella en la cabeza
así como me ven.
Además queda a la
vuelta de mi casa
y me puedo volver
yo sola cuando yo quiera
y eso me da poder.
Me siento re power
hoy.
(Y ojo que me
pongo la capucha en cualquier momento).
Poemas publicados en antología “Once. Salpicón jujeño de poesía” (Intravenosa Ediciones, Jujuy, 2011).
ALGUNA DE JARMUSCH
Parece que está por
llover
(por
el nublado repentino y el vientito)
y
me gustaría decirte
-por paloma
mensajera con piloto impermeable-
que estaría bueno
que vengas.
Ver la primera
lluvia
y alquilar alguna
de Jarmusch
que nunca hayamos
visto.
ESCUCHANDO JAZZ
Nadie puede enojarse
escuchando jazz.
¿Vos estás enojada?
No.
¿Yo estoy enojada? No.
Porque estamos
escuchando jazz.
Quiero subirme a un colectivo que viaje y viaje y viaje. Pero que yo no me canse y que nunca pare. Que viaje. Y yo sentarme al último y que nunca lo choquen de atrás. Y mirar el paisaje que siempre cambia. Que nunca lo choquen de adelante ni de atrás. Que nunca pare. Que viaje. Pero que yo no me canse. Y no tener que bajarme en ningún lugar. Y que el paisaje cambie. Quiero subirme a un colectivo que viaje. Que nunca pare.
---
Ya me comí todos los
sugus.
(¿Valdrá
la pena esperarte tanto?)
---
LOOSER
Otro sábado a la noche más
y yo en chancletas
sacando
afuera
la
bolsa
de
la basura.
Poemas del libro “Quinotos al whisky” (Intravenosa Ediciones, Jujuy, 2008)
MELIZA ORTIZ nació en Jujuy en 1982. En poesía, publicó los libros “Poemas para sacármelos de encima” (Perro Pila, Jujuy, 2006) y “Quinotos al whisky” (Intravenosa Ediciones, Jujuy, 2008), y la plaqueta “Cálculos auxiliares” (Viento Norte, Salta, 2010). Forma parte de varias antologías, entre ellas "Poesía Joven del Noroeste Argentino" (Fondo Nacional de las Artes, 2008) y "ONCE. Salpicón jujeño de poesía" (Intravenosa Ediciones, Jujuy, 2011). Cuentos, poemas y crónicas suyas aparecen en diversas publicaciones culturales. En teatro, se desempeña como dramaturga y actriz. Desde 2008, lleva el blog “Galletitas Surtidas” (www.galletitassurtidas.blogspot.com.ar).
Ilustración: Jorge Núñez.
Una navaja en el bolsillo de
la noche - Patricio Foglia
Meliza, me hiciste acordar a Frank O´Hara, a su leve y a la vez violenta
superficialidad, a su modo de recubrirse, de resguardarse del flagelo del mundo
exterior, armado apenas con un par de comentarios ácidos y un tapado de piel.
Después de todo, es cierto, nadie está tranquilo en la calle, por la noche, y todos
necesitan de una navaja: qué bueno tener tus poemas, con su carácter y su total
desapego, para poder salir a caminar tranquilo por la madrugada. Salir de noche,
sintiéndose re-power.
Supongo también que por eso a los tres -a Frank, a vos y a mí- nos gusta el jazz. El jazz también es re-power, y sólo puede darse en un contexto urbano. Aunque su raíz sea africana, es un ritmo imposible en medio del Sahara. Se trata de un fenómeno que requiere del caos del tránsito, de sus automóviles y autopistas. Para aparecer, como una laguna inexplicable y hermosa, en mitad de una avenida repleta de tráfico. Escucharlo implica sumergirse, un bautismo que va desde el embotellamiento citadino hacia el agua y su fondo hipnótico, para que, por fin, nada importe demasiado. Para que la realidad pierda su filo. Pero esto sólo puede ocurrir, como te decía, en una ciudad. Como tus poemas.
Creo que das en la tecla de la pequeña derrota cotidiana: la imagen de alguien sacando la basura, en clancletas, un sábado a la noche. La imagen de un padre y su hija, viendo una pelea de box, esperando un guante autografiado que jamás va a llegar. La imagen de una chica, tomando una Coca Cola en un antro de mala muerte, esperando que pase algo.
Surge el problema del tiempo. El
tiempo urbano no suele ser el tiempo de los filósofos. El tiempo urbano es
ansiedad y frustración. Esa tensión vibra detrás de tus poemas. Es su escenario
sensorial. No se trata de la espera alienante de Storni, ni tampoco de la angustia
irrespirable y milenaria del Pueblo Hebreo. La espera -la nada de la espera- late de fondo en tu poesía. Elegante, estoica, y pendenciera.
Nadie escapa, en la ciudad, a la esperanza: ¿Quién, sea o no creyente, no desea que ocurra un milagro? Pero, tenés razón Meliza: es mucho mejor soportar la demora con humildad y buen sentido del humor. Como vos decís:
Ya me comí todos los sugus / (¿Valdrá la pena esperarte tanto?)
Patricio Foglia , Buenos Aires, 1985.
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