Nicolás Fierro Correa - Virgencita de los muertos





I

se me hace necesario
recordar las tardes que llovía
y hermano
apoyábamos la pera en el piso
y así
acostados sobre las bolitas
en nuestro humilde patio techado
mirábamos la lluvia
cada uno en lo suyo
pero juntos
y el perro nos caminaba en la espalda

y madre en la cocina
y padre en su trabajo
y la lluvia
tan nuestra
de la tierra húmeda
que todavía hoy
se me pega en la nariz
si la busco
nosotros dos tan juntos
un solo cuerpo de fuerza
para toda esa lluvia
cada uno en su cosa
presos de todo lo que vendría
hermano tanta lluvia
que ninguno quería ir al galpón
a cerrar la ventana
que se mojaban las herramientas de padre
y ninguno lo decía
para sí lo pensaba
como esferas se dibujaban las gotas
que rompían la tierra
y toda esa lluvia ahí

después la vida

 ese dolor


II I

fuiste de la lluvia
entre los vómitos que supura
la mañana de invierno
y ese dolor la vida
y esa extraña narración
la muerte
lejos unidad funcional

cayendo los gargajos de tu cara
sin saber qué podía pasar
y nunca se sale de esto
porque siempre se acaba
vos decís me gusta ahí pero nadie puede darte un mapa que indique dónde es el punto en el que se quiebra la cadena de tu cuerpo y es otra cosa lo que te pasa
como la lluvia

en la extraña narración
que sale del teléfono y rompes las tapias
nunca se sale de esto
como la carne que te pide
más lengua que querés chuparte
la digestión sagrada
roerte despacio roerte
el dolor del cuerpo de fuerza
que nosotros dos tan juntos
cada uno en lo suyo

II II

yo con mis manos propias
saqué el barro
que se había metido en tu boca
nena
el plástico también te mordía
la lengua y los pezones
parecían erectos como si el leve rocío te descubriera virgen inmaculada y adjetiva
que pura emoción

es que escucho el chillido
que los cuchillos se meten en tu corazón
y vos estas lejos
querés dormir ese sueño
vómito del infierno que es caminado
el barro supuras de tu boca
pobre nena
el polietileno se te hizo piel

nena narración de mi sangre
que campaneo tu retrato
y te veo un bollo
acurrucada para adentro
metida en tus entrañas
y toda la zona indefinida
estallada como un vidrio
o una saga bucólica

yo con mis propias
entrañas que ya no son mis entrañas
puedo no llorar el deseo
que alejado se corta
troza el polietileno
barco de carne y de hueso
que te vas con la nena hecha virgen
y ese amor tan dilatado
y bulímico

 III

podés decirme dónde duele
y qué tiene eso
que no lo escucho
me pasó la vida
me agarró tu muerte
¿Cómo creciste de muerte?

casi que no puedo explicarte
dónde estás
ni que tu mamá me pregunte
dónde estás
de muerte
en un baldío

en esa zona indefinida
entre la vida y la muerte
como el sol cuando llovía
en la autopista
que camina del norte al este
y del oeste al sur



mamá quería salir de madre
y decirte que cómo te masticaron
y te vomitaron ahí
si casi estabas creciendo sola
entre tanto ruido de himno
te caíste de la bandera

como ese sol
que sale en esa zona indefinida
y entonces creían que sabían
distinguir cielo o tierra
lo esperanzador que tiene ser chica
para morirse ahí

con hermano
fuimos al portón que da a la calle
y vimos juntos
tan chica de tanta muerte
y la estrella fugaz
al oeste de la autopista

V

con los ojos abiertos en la oscuridad
estoy
casi despidiendo lo que queda de vos
y la fragancia
que dejaste en el colchón

yo te veo ir
con los ojos abiertos en la oscuridad
envuelto en tu fragancia
y los jirones de calor
que dejó tu piel

esta negrura que se traga tu boca
de los muertos que han pasado
del silencio en la casa
que viborea en esta cama
como una parturienta
del pasado en soledad
interrumpido en tus palabras
de heridas inútiles
y brazos que en lugar de caricias
dan golpes de sangre

piden que no llore si total
que son cosas que pasan
y yo medida de todas las cosas
mirando la oscuridad en el techo
de todo el mundo

vas por el pasillo que conecta
cocina  comedor cuerpo funcional
y despido de mí
el muerto que dejaste hinchándose
en mi garganta

VII

hoy vamos a enterrar a nuestros muertos
que dejen de estar
el sueño que les han confinado
y alejen de sus cuerpos
los dientes que mastican
chillones
tanta muerte gratuita
lejana la baba de sus bocas
o las cavidades de áureo
hedor

de ellos cuerpos
vamos a desorbitar esa memoria
abrasadora y escrita
y ellos cadáveres
agradables a la  intemperie
y después vómitos
de nuestros escritos difuntos
aterrados de esa memoria
y la presencia escandalosa
de la leche


seminal
que desciende como una hiedra
entre los muslos cuerpos
y allí tan muertos
casi sin razón ni huella
y la pala en mano del sepulturero
clavando
saliendo
clavando
seminal salado y lagrima

hoy vamos a enterrar a nuestros muertos
cuánto dura el amor
el sueño cadavérico que gravitan
pensamientos como camalotes
pegados en el cuerpo
hincado
partido
y vómito faringe
para después saber morirte
y ese ayer metido en mi memoria


Nicolás Correa. 5 de septiembre de 1983, Morón. Está finalizando la licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Libros editados: Made in China (2007) Engranajes de sangre (Milena Caserola, 2008), Prisiones terrestres (Editorial de la Universidad de La Plata, 2010), 83 en la colección Exposición de la actual narrativa rioplatense (Editorial El 8vo Loco- Milena Caserola, 2013), la novela Súcubo. La Trinidad de la antigua serpiente (Editorial Wu Wei, 2013) y cuentos en varias antologías y revistas internacionales. Su primer poemario Virgencita de los muertos fue publicado en 2012 por la editorial Libros de la talita dorada, colección Los detectives salvajes. Ha recibido diferentes premios y menciones. A fines del 2013 se publicará ¿WTF Kung Fu?, por la editorial Pirani Ediciones, y en el 2014 Íncubo, segunda parte de La Trinidad de la antigua serpiente, por la editorial Wu Wei, y Fuera de temporada, por la editorial Milena Caserola, colección Nueva Nueva Narrativa Argentina. Está preparando su segundo poemario El camino de la siesta.
Participó en diferentes revistas literarias como Oliverio, Culturamas (España) y Lenguaraz (México). Es coordinador del ciclo: Las lecturas: cruce, junto a Ana Ojeda y Juan Marcos Almada, y fundador del grupo de nueva crítica Argentina Las lecturas.


Ilustración: Cecilia Saracho.




El futuro desaparece - Natalia Romero

Virgencita de los muertos, de Nico Fierro Correa es un libro de amor.
Cada poema reproduce el ciclo vital, nace y muere y vuelve a nacer. El amor es la fuerza que vence al tiempo, aunque no haya futuro, aunque haya muerte.

Conocí a Nico en una lectura. Me saludó como si me conociera de toda la vida. Nico te saluda con la soltura con que saludan los buenos amigos.
La segunda vez que nos vimos, me regaló Virgencita. Debo confesar que tardé un tiempo en leerlo. Pensaba que la cercanía entre la virgen y la muerte me iba a doler.
Lo abro ahora que se que las cosas que duelen son otras.
Leo el primer poema y me encuentro un vínculo de hermandad que va a estar presente en todo el libro:

y la lluvia
tan nuestra
de la tierra húmeda
que todavía hoy
se me pega en la nariz
si la busco
nosotros dos tan juntos
un solo cuerpo de fuerza
para toda esa lluvia.

Ese hermano es otro compañero y es tan cercano que es un mismo cuerpo. Así dibuja Nico en sus poemas al amor. Y así como el futuro desaparece, el tiempo parece no existir. A través de la poesía de Virgencita podemos volver atrás cuando queremos. Como la tierra a la que volvemos porque a ella pertenecemos, como el germen de la raíz.
El libro está dedicado a Candela, la niña asesinada que todos conocimos a través de los relatos de la radio, la calle, la televisión. Me animo a decir que también puede estar dedicado a la muerte. Pero un libro dedicado a la muerte no es necesariamente un libro triste ni mucho menos muerto. Virgencita de los muertos hace eco por fuera de una actualidad que la contuvo. El libro de Nico escapa a lo que muere, busca potenciar la vida. Durante la lectura, resuenan cosas como esta: escribimos para sanar algo, para limpiar un poco lo irreversible, lo incontrolable, la contingencia.
Sigo leyendo,

Hoy vamos a enterrar a nuestros muertos
Cuánto dura el amor.

Otra vez, en ese cruce de lo que vive y lo que muere, aparece el amor, sin tiempo, porque la pregunta por ese durar, queda sin respuesta, o la respuesta es el libro mismo, es la poesía.
Nico está atento a cada pasaje. Quien escribe busca un río, un bálsamo de calma en medio de la realidad, del paso del tiempo que no se revierte. A veces no lo encuentra:

Acá no hay río.

¿Y qué se hace cuando no hay río?
Encuentro en los poemas algunas respuestas, en forma de pregunta y eso es lo hermoso:

Dónde es el punto en el que se quiebra la cadena de tu cuerpo y es como la lluvia.


Es insoportable saber que lo que se va no va a volver y no hay nada que hacer.
Pero el amor, dice Nico, no se quiebra porque forma un mismo cuerpo bajo la lluvia.


1 comentario:

  1. Que hermoso el poema, huele al sabor del rancho, el pasto, la tierra,el cielo y todo lo demas, la vida..

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