I
se me hace necesario
recordar las tardes que llovía
y hermano
apoyábamos la pera en el piso
y así
acostados sobre las bolitas
en nuestro humilde patio techado
mirábamos la lluvia
cada uno en lo suyo
pero juntos
y el perro nos caminaba en la espalda
y madre en la cocina
y padre en su trabajo
y la lluvia
tan nuestra
de la tierra húmeda
que todavía hoy
se me pega en la nariz
si la busco
nosotros dos tan juntos
un solo cuerpo de fuerza
para toda esa lluvia
cada uno en su cosa
presos de todo lo que vendría
hermano tanta lluvia
que ninguno quería ir al galpón
a cerrar la ventana
que se mojaban las herramientas de padre
y ninguno lo decía
para sí lo pensaba
como esferas se dibujaban las gotas
que rompían la tierra
y toda esa lluvia ahí
después la vida
ese dolor
II I
fuiste de la lluvia
entre los vómitos que
supura
la mañana de invierno
y ese dolor la vida
y esa extraña
narración
la muerte
lejos unidad
funcional
cayendo los gargajos
de tu cara
sin saber qué podía
pasar
y nunca se sale de
esto
porque siempre se
acaba
vos
decís me gusta ahí pero nadie puede darte un mapa que indique dónde es el punto
en el que se quiebra la cadena de tu cuerpo y es otra cosa lo que te pasa
como
la lluvia
en
la extraña narración
que
sale del teléfono y rompes las tapias
nunca
se sale de esto
como
la carne que te pide
más
lengua que querés chuparte
la
digestión sagrada
roerte
despacio roerte
el
dolor del cuerpo de fuerza
que
nosotros dos tan juntos
cada
uno en lo suyo
II II
yo con mis manos propias
saqué el barro
que se había metido en tu boca
nena
el plástico también te mordía
la lengua y los pezones
parecían erectos como si el leve rocío te descubriera virgen
inmaculada y adjetiva
que pura emoción
es que escucho el chillido
que los cuchillos se meten en tu corazón
y vos estas lejos
querés dormir ese sueño
vómito del infierno que es caminado
el barro supuras de tu boca
pobre nena
el polietileno se te hizo piel
nena narración de mi sangre
que campaneo tu retrato
y te veo un bollo
acurrucada para adentro
metida en tus entrañas
y toda la zona indefinida
estallada como un vidrio
o una saga bucólica
yo con mis propias
entrañas que ya no son mis entrañas
puedo no llorar el deseo
que alejado se corta
troza el polietileno
barco de carne y de hueso
que te vas con la nena hecha virgen
y ese amor tan dilatado
y bulímico
III
podés decirme dónde
duele
y qué tiene eso
que no lo escucho
me pasó la vida
me agarró tu muerte
¿Cómo creciste de
muerte?
casi que no puedo
explicarte
dónde estás
ni que tu mamá me
pregunte
dónde estás
de muerte
en un baldío
en esa zona
indefinida
entre la vida y la
muerte
como el sol cuando
llovía
en la autopista
que camina del norte
al este
y del oeste al sur
mamá quería salir de
madre
y decirte que cómo te
masticaron
y te vomitaron ahí
si casi estabas
creciendo sola
entre tanto ruido de
himno
te caíste de la
bandera
como ese sol
que sale en esa zona
indefinida
y entonces creían que
sabían
distinguir cielo o
tierra
lo esperanzador que
tiene ser chica
para morirse ahí
con hermano
fuimos al portón que
da a la calle
y vimos juntos
tan chica de tanta
muerte
y la estrella fugaz
al oeste de la
autopista
V
con los ojos abiertos en la oscuridad
estoy
casi
despidiendo lo que queda de vos
y la fragancia
que dejaste en el colchón
yo te veo ir
con los ojos abiertos en la oscuridad
envuelto en tu fragancia
y los jirones de calor
que dejó tu piel
esta negrura que se traga tu boca
de los muertos que han pasado
del silencio en la casa
y la fragancia
que dejaste en el colchón
yo te veo ir
con los ojos abiertos en la oscuridad
envuelto en tu fragancia
y los jirones de calor
que dejó tu piel
esta negrura que se traga tu boca
de los muertos que han pasado
del silencio en la casa
que
viborea en esta cama
como
una parturienta
del pasado en soledad
del pasado en soledad
interrumpido
en tus palabras
de heridas inútiles
y brazos que en lugar de caricias
dan golpes de sangre
de heridas inútiles
y brazos que en lugar de caricias
dan golpes de sangre
piden
que no llore si total
que
son cosas que pasan
y yo medida de todas las cosas
y yo medida de todas las cosas
mirando
la oscuridad en el techo
de
todo el mundo
vas
por el pasillo que conecta
cocina comedor cuerpo funcional
y
despido de mí
el
muerto que dejaste hinchándose
en
mi garganta
VII
hoy vamos a enterrar
a nuestros muertos
que dejen de estar
el sueño que les han
confinado
y alejen de sus
cuerpos
los dientes que
mastican
chillones
tanta muerte gratuita
lejana la baba de sus
bocas
o las cavidades de
áureo
hedor
de ellos cuerpos
vamos a desorbitar
esa memoria
abrasadora y escrita
y ellos cadáveres
agradables a la intemperie
y después vómitos
de nuestros escritos
difuntos
aterrados de esa
memoria
y la presencia
escandalosa
de la leche
seminal
que desciende como
una hiedra
entre los muslos
cuerpos
y
allí tan muertos
casi
sin razón ni huella
y
la pala en mano del sepulturero
clavando
saliendo
clavando
seminal
salado y lagrima
hoy
vamos a enterrar a nuestros muertos
cuánto
dura el amor
el
sueño cadavérico que gravitan
pensamientos
como camalotes
pegados
en el cuerpo
hincado
partido
y
vómito faringe
para
después saber morirte
y
ese ayer metido en mi memoria
Nicolás Correa. 5 de septiembre de 1983, Morón. Está finalizando la licenciatura en
Letras en la Universidad
de Buenos Aires. Libros editados: Made in China (2007) Engranajes de sangre (Milena Caserola, 2008), Prisiones terrestres (Editorial de la Universidad de La Plata , 2010), 83
en la colección Exposición
de la actual narrativa rioplatense (Editorial El 8vo Loco- Milena Caserola,
2013), la novela Súcubo.
La Trinidad de la antigua serpiente (Editorial Wu
Wei, 2013) y cuentos en varias antologías y revistas internacionales. Su
primer poemario Virgencita de los muertos
fue publicado en 2012 por la editorial Libros de la talita dorada, colección Los detectives salvajes. Ha recibido diferentes
premios y menciones. A fines del 2013 se publicará ¿WTF Kung Fu?, por la editorial Pirani
Ediciones , y en el 2014 Íncubo,
segunda parte de La Trinidad de la antigua serpiente, por la editorial Wu Wei ,
y Fuera de temporada, por la editorial Milena Caserola ,
colección Nueva Nueva Narrativa Argentina. Está preparando su segundo poemario El camino de la siesta.
Participó
en diferentes revistas literarias como Oliverio,
Culturamas (España) y Lenguaraz (México). Es coordinador del ciclo: Las lecturas: cruce, junto a Ana Ojeda y
Juan Marcos Almada, y fundador del grupo de nueva crítica Argentina Las lecturas.
Ilustración: Cecilia Saracho.
El futuro desaparece - Natalia Romero
Virgencita
de los muertos, de Nico Fierro Correa es un libro de amor.
Cada poema reproduce el ciclo vital, nace y muere y vuelve a nacer.
El amor es la fuerza que vence al tiempo, aunque no haya futuro, aunque haya
muerte.
Conocí a Nico en una lectura. Me saludó como si me conociera de
toda la vida. Nico te saluda con la soltura con que saludan los buenos amigos.
La segunda vez que nos vimos, me regaló Virgencita. Debo confesar que tardé un tiempo en leerlo. Pensaba
que la cercanía entre la virgen y la muerte me iba a doler.
Lo abro ahora que se que las cosas que duelen son otras.
Leo el primer poema y me encuentro un vínculo de hermandad que va
a estar presente en todo el libro:
y
la lluvia
tan
nuestra
de
la tierra húmeda
que
todavía hoy
se
me pega en la nariz
si
la busco
nosotros
dos tan juntos
un
solo cuerpo de fuerza
para
toda esa lluvia.
Ese hermano es otro compañero y es tan cercano que es un mismo
cuerpo. Así dibuja Nico en sus poemas al amor. Y así como el futuro desaparece,
el tiempo parece no existir. A través de la poesía de Virgencita podemos volver atrás cuando queremos. Como la tierra a
la que volvemos porque a ella pertenecemos, como el germen de la raíz.
El libro está dedicado a Candela,
la niña asesinada que todos conocimos a través de los relatos de la radio, la
calle, la televisión. Me animo a decir que también puede estar dedicado a la
muerte. Pero un libro dedicado a la muerte no es necesariamente un libro triste
ni mucho menos muerto. Virgencita de los
muertos hace eco por fuera de una actualidad que la contuvo. El libro de
Nico escapa a lo que muere, busca potenciar la vida. Durante la lectura,
resuenan cosas como esta: escribimos para sanar algo, para limpiar un poco lo
irreversible, lo incontrolable, la contingencia.
Sigo leyendo,
Hoy
vamos a enterrar a nuestros muertos
Cuánto
dura el amor.
Otra vez, en ese cruce de lo que vive y lo que muere, aparece el
amor, sin tiempo, porque la pregunta por ese durar, queda sin respuesta, o la
respuesta es el libro mismo, es la poesía.
Nico está atento a cada pasaje. Quien escribe busca un río, un
bálsamo de calma en medio de la realidad, del paso del tiempo que no se
revierte. A veces no lo encuentra:
Acá
no hay río.
¿Y qué se hace cuando no hay río?
Encuentro en los poemas algunas respuestas, en forma de pregunta y
eso es lo hermoso:
Dónde
es el punto en el que se quiebra la cadena de tu cuerpo y es como la lluvia.
Es insoportable saber que lo que se va no va a volver y no hay
nada que hacer.
Que hermoso el poema, huele al sabor del rancho, el pasto, la tierra,el cielo y todo lo demas, la vida..
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