Madre
la perra blanca con sus tetas de leche,
con sus dulces venas azules agigantándose en la noche de la fiebre,
trepando las paredes para chupar mis sombras,
con su hermoso pico rosa, con todos sus brazos.
Mi madre tiene saudade de las ciudades que ha dejado atrás,
de donde le viene el cabello negro, suoi occhi de guerra.
Viene levantándose desde el poniente,
una Galatea de las esferas, que rueda sobre el mundo,
que lo impregna brevemente de sus perfumes,
y desde entonces, nada existe, sino su raza mezcla de bestia e inglés,
nada, sino sus cacerolas trashumantes, sus estropajos,
las vendas con nuestras sangres que guarda como sudarios.
¿Será ella, ese violento olor a almizcle que anuncia la mañana?
¿Dónde se anuncia su heredad en mi cuerpo?
Y a partir de la pregunta, aparecen las cicatrices, las alas,
la sal bajo la lengua, ese como a olor a humo y a calandria,
y todo el resto, todo, como una triste Barataria de sueños.
Del libro Las madres remotas; Ed. Cartografías; 2007
tabaco mariposa
aprendí a fumar con rubén
enrrollando tabaco mariposa en papel
de seda
lo hacíamos de noche
sentados en un escalón de la casilla
mientras a nuestros pies
sus lánguidos perros soñaban
con la sangre dulce de las liebres
en el monte cercano
a veces todo era oscuridad, salvo
su cara
iluminada brevemente por el fuego
como un animal
por los relámpagos
el día que se fue del pueblo
me dejó su radio
y los jabones partidos
que yo usaba pasándomelos
despacio
por el cuerpo
con la última espuma disuelta en el agua
se fue, también, la memoria
y el deseo de él
una cosa fragante
y sutil
como los eucaliptos
cuando los moja la niebla
del libro tabaco mariposa; Ed. Caballo negro; 2009
la creciente
esa noche llegó la
creciente y trajo
muebles viejos, mugre
de los canales
vecinos
botellas
víboras
se va a llevar todo, dijo
mi madre
y me imaginé los
huesitos de enzo
flotando en la
corriente, al lado
de los canteros de
verdura
me imaginé su ropa
última
roída por las
polillas y la fiebre
sus uñas crecidas
las hebritas de pelo
rubio
entre los alambres
del portón
entonces me apuré a
encender el sol
de noche en la cocina
a tapar la puerta con
las bolsas de arena
esperando que la
muerte no pasara
que siguiera el curso
del agua
hacia el naciente
donde las tierras son
bajas
y crece el aleppo
y la enredadera azul
(de tabaco
mariposa)
lo mismo digo agua que palabra
frente a la casa,
antes que construyeran
los edificios
ostentosos
las oficinas
asépticas de la calle Belgrano
los negocios de
chucherías
hubo un baldío
y en el centro
un malacate
íbamos con mauro
lesjtch
algunas siestas, a
jugar
que éramos caballos
ciegos
y dábamos vueltas
alrededor
del pozo seco
mauro es un hombre
ahora
ha hecho dinero,
hijos,
sólo persisten en él
los ojos oscuros
con pestañas de
muñeca
yo sigo atada
al hábito de esas
tardes
caminando el círculo
del pozo
jugando al animal
ciego
ahora
la sed es real
(de tabaco
mariposa)
en el pavimento
en el pavimento queda
por la tarde
la sangre seca
de las perras en celo
algunos
las agarran del
cuello y las hacen morir:
no soportan la libido
gloriosa
que alborota los
machos
los mechones de pelo
en las puertas de alambre
el olor rijoso del
orín
en los carteles de
las tiendas
las perras son
dóciles al entrar
en las bolsas de
nylon
obedecen y se pliegan
al tamaño
enarcan los huesos
se acomodan a la
muerte
al silencio
conozco esa
mansedumbre de haberla ejercido
basta tocar la marca
roja en el cuello
para evocar soga y
dueño
pero yo mordí la mano
y ahora tengo esta
libertad
grande
en que me asfixio
(de tabaco
mariposa)
razones de gravedad
cuando el viento es
de agosto y pega
como ahora
en la cara
y se levantan
remolinos de hojas
de papeles manchados
con grasa
pienso en vos
no hay nada romántico
en eso
es más simple:
tengo la cabeza sucia
con tus ojos, tengo
los oídos llenos
del coltrane viejo
que usamos
esa tarde, ¿o fue
un mingus?
por eso voy por la
ruta y escucho
cuando el chofer le
dice a otro
que le gusta el
viento porque levanta
la pollerita de las
pendejas
y veo, en el río,
el caballo flaco
arrastrando
un carro de arena
y todo
me lleva a vos
pero no pienses en el
amor
lo mismo corre el
agua sucia
hacia la cloaca
y es sólo un efecto
de la gravedad
(de tabaco
mariposa)
1-
Es
la siesta. Tengo, sobre mi corazón,
el libro de Ishiguro Never let me go.
En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche
roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen
cuando escarban los muros.
La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo
hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo
Señor, no me des la esperanza, la fe.
Señor, no permitas que me queme en la luz aparente
de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra,
a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido
a no tropezar con los muebles.
No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego.
el libro de Ishiguro Never let me go.
En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche
roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen
cuando escarban los muros.
La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo
hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo
Señor, no me des la esperanza, la fe.
Señor, no permitas que me queme en la luz aparente
de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra,
a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido
a no tropezar con los muebles.
No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego.
2-
el
aire, de noche, es una lástima,
no alcanza para todos
alguien debe postergar su sueño, alguien
debe levantarse y, en el medio de la noche,
tocar la dorada serpiente del corazón
ella va a despertar
entornará los soles de sus ojos
dará su pan, su veneno
la flor del cuerpo abrirá, entonces,
como una mañana
pero no será la mañana:
será su turbia claridad
el simulacro
no alcanza para todos
alguien debe postergar su sueño, alguien
debe levantarse y, en el medio de la noche,
tocar la dorada serpiente del corazón
ella va a despertar
entornará los soles de sus ojos
dará su pan, su veneno
la flor del cuerpo abrirá, entonces,
como una mañana
pero no será la mañana:
será su turbia claridad
el simulacro
3-
acá
creciste, me dijeron, y pienso
en cómo algo que no fuera solidario con la muerte y su eficacia
pudo crecer aquí
sin embargo, en este centro hubo una mesa
donde derramamos los jugos del hambre
al costado, la pieza de la costura y el juego
al fondo, el baño
con una alberca donde, en invierno,
la piel enrojecía por el frío
hubo, una vez, un gran viento,
me explican
vendrá por mí, también,
vendrá y yo guardaré mi corazón en un puño:
hasta ahí llegará su voracidad
y más allá, aún
en cómo algo que no fuera solidario con la muerte y su eficacia
pudo crecer aquí
sin embargo, en este centro hubo una mesa
donde derramamos los jugos del hambre
al costado, la pieza de la costura y el juego
al fondo, el baño
con una alberca donde, en invierno,
la piel enrojecía por el frío
hubo, una vez, un gran viento,
me explican
vendrá por mí, también,
vendrá y yo guardaré mi corazón en un puño:
hasta ahí llegará su voracidad
y más allá, aún
4-
que
fue un empujón del diablo
dijeron
que fue la roca
y el mar, de un azul abundoso
que una virgen castísima me confió
un secreto y una duda
con una brasa en cada mano
yo caí, fue
por mis razones
dijeron
que fue la roca
y el mar, de un azul abundoso
que una virgen castísima me confió
un secreto y una duda
con una brasa en cada mano
yo caí, fue
por mis razones
(del libro Quince- Antología de Poetas Mujeres de Córdoba)
te dio miedo la ahorcada en la pieza?
te dio miedo la grieta en la bañera?
la falta
de luz
en la casa?
alguna vez contaste a tus muertos que cuando pasan
a tu lado
dejan un perfume a rosa y podredumbre?
te corriste de la vereda de la loca
empuñando, no sé
tus razones
tu lógica
tus bienes a resguardo del tiempo?
yo sé que abajo de mi rostro, un rostro
muere
que su cáscara, sus simetrías, dejan paso
a un desaliño de huesos
y flores
y que algo más alto, más oscuro, llega por mí
y no es el ángel
Inédito, 2011
la primera vez que la casa tembló, esperábamos
al hijo no
nato durmiendo en una cama alta
era
amaneciendo, una luz rojiza
como de
muerte, alumbraba
mi cara, mis
piernas hinchadas
en el pueblo
ocurrió un remezón
al que
siguió otro
y otro más,
intenso,
mas no como
el primero
por el cual
crujió la poca cristalería
la segunda
yo pensé por
primera vez en mi padre, perdido
para siempre
en la muerte, con su traje nuevo
y en cómo me
decía que la inminencia de los terremotos es predicha
antes por
las ovejas
las vacas
las aves de
corral
esa vez
tintineó mi anillo nupcial en la taza
nuestro hijo
ya estaba en este mundo
y respiraba
bien, aun en el vaivén antinatural
de la cuna
la última
vez, ya estábamos en la ruta:
los tres
desde
allí vimos a una mujer hermosa
andar como
un perro tras el rastro del auto
y luego
revisar tras las cortinas
oler el aire
buscándonos
buscándonos.
(Inédito)
Elena Anníbali (Oncativo, Córdoba, 1978). Estudió Licenciatura en Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Tiene publicados los libros de poesía Las madres remotas (2007) y tabaco mariposa (2009).
Ilustración: Josefina Wolf
Como una niña vieja - Verónica Pérez Arango
Me
invitaron a comentar estos poemas de Elena Anníbali justo unas semanas después
de que un amigo me leyera por teléfono “tabaco mariposa”, esos versos
iniciáticos que hablan de una mujer que aprende a fumar, y del recuerdo amoroso
que se escurre por la bañadera. Me acuerdo de que después de escuchar el poema,
me quedé extasiada y agradecida: no conocía a la autora, pero su voz era la
muestra de un universo que tenía que descubrir. Días más tarde y como por arte
de magia, Malón Malón me regala la posibilidad de tirar de la punta del ovillo
de estos textos maravillosos que no me canso de leer.
Un
pueblo y un paisaje cordobeses, apenas esbozados a través del lenguaje, son los
escenarios que elige Anníbali en estos poemas, para develar lo siniestro que nace
en vez de permanecer oculto.Un mundo tétrico se desenrolla como una alfombra de
dibujos extraños en la casa familiar. No hay distinciones entre lo sórdido y lo
luminoso: coexisten sin contradecirse porque Anníbali conjuga esas voces como
las dos caras de la misma moneda. Así, la enfermedad y la locura son motivos que
se repiten en su poesía al mismo tiempo quel o hacen la vitalidad y la luz de la
naturaleza, con sus desbordes, sus excesos, su ritmo imparable. Fiebres, ropas,
cuerpos roídos, sangre, asfixia, ahorcados. Pero también enredaderas azules y
aleppo y liebres y perros y relámpagos y crecidas y terremotos y vientos y
eucaliptos.
Si lo
dicho esconde siempre algo velado, en Anníbali lo tenebroso sale a la luz a
medida que los versos avanzan.La noche se despliega con sus animales en muchos
de los versos, poblados de desdoblamientos e imágenes monstruosas. En medio de
lo cotidiano, en convivencia con lo conocido, crece algo del orden de lo
ominoso que invade y permanece. Sin embargo, la voz en estos poemas acepta el
reto de la muerte, que es mirada de frente: su presencia
no es ajena sino que por momentos se personifica y es capaz de pasar con
voracidad por la puerta de la cocina. Así, la pérdida -ya sea de los seres
queridos, la inocencia o las cosas materiales-, es hablada por alguien que
acepta el fin de los ciclos vitales e incorpora la muerte a la vida, como lo
hace el sabio que no pide ni juzga nada, sólo contempla.
Verónica
Pérez Arango, julio de 2013
Maravillosa!
ResponderEliminardeslumbrante, gracias, comparto por allá
ResponderEliminardeslumbrante, gracias, comparto por allá
ResponderEliminarElena ama las crecientes, los vientos, los terremotos y hasta ama a los albañiles. Ama la vida.Yo amo todo eso a través de ella. Alberto Fernández
ResponderEliminarMe gustaron mucho.Particularmente el segundo poema.
ResponderEliminarSi te dejas llevar por la lectura es como caminar por un terreno baldío, descalzo, con el riesgo de cortarte con una botella rota , una lata oxidada, mientras vas recordando un momento de ex- amor o juegos de adolescencia. Me encantó.
ResponderEliminarMerit Casino Review 2021 | Get up to a €500 Welcome Bonus
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