El
Salto y otros poemas.
I
De noche las montañas
que cercan al pueblo
no se ven, pero están
ahí rodeándonos
bajar en bicicleta por
todas estas calles
que se dirigen hacia el
centro
no es como andar en
bicicleta
vamos pasando cambios
en picada
escuchando ruidos de
piedritas
que aplastamos sobre la
tierra
este camino es como una
bendición
que recibimos por tanta
cuesta arriba
tu voz se corta, se la
lleva el viento
y no sé con quién estoy
hablando realmente
igual seguimos pedaleando
hasta que lleguen las certezas.
II
La casa está fría
el invierno entra suave
por la ventana
acaricia la cerámica
limpia, paraliza el momento
recortando la escena
como una postal
llegás con la ropa toda
sucia
cayéndote por el cuerpo
como una lágrima
me contás que te lo
hicieron como se lo harían a un perro
con los ojos vendados y
por la espalda
mientras sus risas se
amplificaban por millones.
III
La mayor parte del tiempo no ocurre nada
aunque ruidos del
exterior ingresen
aunque la persona que viva
arriba de mi casa
arrastre los muebles,
lo único que me detiene
es el movimiento de
este cuerpo
que realiza plenamente
su función: respira
parpadea, mueve los
dedos de los pies.
Algo simple como gotas
de agua
que se evaporan al sol,
eso es todo.
Tres antenas redondas y alineadas
en la terraza forman
una constelación,
parecen platos en el
cielo a punto de chocar
con los objetos que
pertenecen al cielo
parecen naves,
estrellas, una imagen satelital
que se repite también
en otros edificios
el futuro llega a la
bahía como llega a cualquier
parte del mundo y el
cielo se aproxima
como si hubiera
descargado agua en otro sitio
el ruido del barrio
ahora es como el ruido
de un océano con
problemas,
los caños de escape dan
la vuelta de manzana
y da la impresión de
que esta noche hay equipo.
V
Las paletas del ventilador giran
parece que del techo se
desprenden
y vienen lentamente a
liquidarnos
un día como este puede
ser el fin
mientras el cielo hace
con el atardecer
un degradé, y todo pasa
de rosado
a un gris
llamativamente más oscuro
nos vamos quedando
solos
y en este vacío que nos
abraza
aparecen los ruidos,
como si un mensaje
proviniera de atrás de
las paredes
el canto de cosas que
tímidamente
se ponen de manifiesto,
una canilla gotea
un termo-tanque solo
que se enciende.
VI
Tu espalda en ese costado de la cama
me recuerda cuándo nos
conocimos
vos en tu mundo, yo en
el mío
y todos esos datos que
aún
no habían impactado en
nuestro sistema
ahora mismo las sirenas
están sonando
no tienen descanso el
domingo
es terrible que todo el
tiempo se queme algo
o que un auto se
estrelle contra otro
a cualquier hora de la
madrugada
tu cuerpo mira la
ventana, estás dormido
y por más que intente
apartar la mente del siniestro
me es casi imposible
desviar hacia otro lado
una cantidad tan grande
de pensamientos.
VII
Un escarabajo hace lo suyo en la arena
huellas pequeñas que
luego borra el viento
en eso los escarabajos
y nosotros
nos parecemos a los
barcos
que trazan una línea en
el mar
y luego desaparecen.
VIII
La noche no viene nunca
y cuando camine por
esta calle y ya no viva en esta calle
es probable que la
noche llegue, como llegan las cosas
que se esperan desde
hace tiempo
porque el que no sabe
dónde está tampoco sabe quién es
y el viento fuerte no
es una noticia que aguarda por nosotros
un soplo que nos dirige
hacia dónde nunca estuvimos
pero inevitablemente
iremos.
IX
El Salto.
Lo que el tipo ve desde
allá arriba
no lo sé, pero hay
cosas de la geografía
que solo pueden apreciarse
tomando distancia
desde mi lugar de
referencia lo veo así:
un hombre a punto de
usar el cuerpo
para un salto
interminable, a minutos
de embarcarse en el
recorrido porque sí
o para negarse a pasar
los días camuflado
en una fila de gente
que se mueve
automatizada en la
calle principal.
¿Habrá comenzado a
saltar por deporte
a saltar por saltar,
sin vértigo
experimentando con
gusto la presión
del aire sobre su
cuerpo, arrojándose al vacío
o sumergiéndose en un
fluido
sin importarle demasiado
cualquier referencia de
altura?
Porque la altura es
algo que en pleno salto
puede pasar
desapercibida.
El ascenso dura casi
dos horas
y se lleva a cabo en
una cápsula sostenida
por un globo
aerostático, para completar la misión
hay que chequear datos
y otros asuntos
que su equipo de
trabajo ordena desde la tierra
cuando todo está
preparado y el momento
que se aproxima se
vuelve inevitable
el hombre se incorpora
da un pequeño paso al
frente
y dice algo.
¿Cómo puede una hazaña
romper
un récord mundial y al
mismo tiempo
convertirse en un salto
ordinario
al interior de uno
mismo?
Lo vemos cruzar rachas
de viento
que lo hacen girar
varias veces por segundo
estas imágenes no se
dan todo el tiempo
en vivo por la
televisión: un hombre
dando inevitables
vueltas sobre sí mismo.
El frío le llega al
cuerpo como una sábana
¿Pero qué clase de frío
es ese frío
que no logra
congelarlo?
Existen varias formas
de interpretar
una caída libre: soltar
a una persona
a través de la atmósfera sin sustentación alar
ni de paracaídas durante cierto trayecto
ni de paracaídas durante cierto trayecto
no es lo mismo que
dejar caer una bala de cañón
o una pluma en el
vacío.
Mariana Suozzo nació en 1982 en San Justo, provincia de Buenos Aires. Es Sommelier. Ocasionalmente escribe poemas.
Publicaciones: Mark en el espacio (Huesos de Jibia, 2007) Día tras día (Colección Chapita, 2009). Integrante de las antologías Poetas Argentinas 1961-1980 (Ediciones del Dock, 2007), Ultima Poesía Argentina (Ediciones en Danza, 2008) y Lo Humanamente Posible (El Fin de la Noche, 2008).
Invitada a los Festivales de Poesía: Ciudad Emergente; al encuentro No hay ciudad sin poesía, organizado por el Espacio Cultural Nuestros Hijos de las Madres de Plaza de Mayo, al Festival Internacional de Poesía de Bogotá 2012, entre otros.
Ilustración: Gaby Thiery
De lo poético del salto - Alejandra Mendez
Del salto se puede decir mucho, se ha dicho bastante; pero
pienso que faltan teorías en relación a la poética del salto.
Como todos los fenómenos del universo, Los hay simples,
comunes; y los hay con estilo propio, marcando un espacio único, personal, algo
parecido a la idea de felicidad.
Lo poético es aquello que está al límite, Federico García
Lorca así lo consideraba: “lo que está en el filo, a punto de caer en el sitio
de donde no se vuelve”
Un salto en caída libre, o la espera del mismo, desde donde
se pueden palpar las cosas de una manera diferente, cercana a lo impalpable.
Así es como la poeta Mariana Souzzo, comprende un cosmos
posible, una historia, una vida, como un salto inevitable de crudeza y levedad
al mismo tiempo. Un experimentar sumergiéndose al vacío.
Un poema diálogo, que se inicia involucrando a un hablante
que no es sino su misma voz, sin duda una experiencia de diálogo interior. Un
yo poético que va mucho más allá de lo autobiográfico, y asume una intriga existencial,
apoyada en el tiempo presente pero para resignificar el pasado y el futuro.
Los objetos de lo cotidiano se van abriendo, inciertos, a un
mundo conocido- desconocido:
…“Las paletas del ventilador giran
parece que del techo se desprenden
y vienen lentamente a liquidarnos”…
contribuyen a la pregunta que no tiene rostro o sujeto,
donde sólo hay una certeza:
“ un día como este puede ser el fin”
La duda se justifica en el volver la mirada a la debilidad
humana respecto del tiempo, porque en ese mismo momento se insiste en lo
particular de un sujeto que lo reivindica. Al decir de Heidegger podemos
pensar, que la movilidad de la existencia, no es el movimiento de algo ante los
ojos, sino que se define por su ser – ahí (Dasein) lo ontológico de un ser
histórico fundado en la temporalidad.
De aquí, que la escritura poética, de fuerte experiencia
interior, sea una cuestión de autobiografía al mismo tiempo que proyección
sobre la historia.
Lo humano en el tiempo:
…“porque el que no sabe dónde está tampoco sabe quién es
y el viento fuerte no es una noticia que aguarda por
nosotros
un soplo que nos dirige hacia dónde nunca estuvimos
pero inevitablemente iremos.”
Lo poético que evoca su íntima esencia, allí donde siempre
se siente una búsqueda del revés de las cosas, como opina Roberto Juarroz, de
lo que es la poesía.
Dice la autora en un fragmento de El Salto:
“El frío le llega al cuerpo como una sábana
¿Pero qué clase de frío es ese frío
que no logra congelarlo?”
Asumiendo la experiencia de una inversión, la confusión que
la luz del invierno entrega, una desnudez develada y su sombra, como la
existencia misma, con el abandono en que nos deja el sinsentido.
Alejandra Mendez - San
Cristóbal, prov. de Santa Fe, 1979
Me encantaron tus poemas!!!
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